Sabias que al llorar a tus muertos, no lloras por ellos, lloras por ti. Comparte esto.

 

Cuando tenemos alrededor de ocho años es cuando tomamos plena conciencia del significado de la muerte.

Ese es el momento en el que comenzamos a entender que de eso no se vuelve, que las personas que mueren ya no estarán nunca más entre nosotros y que lo único que resta es superar el dolor y recordar a los que se fueron.
Pero, ¿de qué se compone ese recuerdo? Perder a un ser querido es un momento duro y ya desde la niñez entendemos que cuando alguien emprende ese viaje del que nunca más volverá tenemos dos caminos: recordar con alegría los momentos vividos o llorarlos eternamente.
Cuando recibimos esa noticia que nadie espera el impacto es tan fuerte que en unos primeros momentos creemos que no vamos a poder soportarlo, que el dolor nunca se irá, que no podremos seguir adelante.
Pero esto nunca es así. Porque el dolor también es una elección y después de un tiempo lógico y necesario de sufrir por la pérdida, de llorar a quien se fue y de sufrir por saber que nunca más podremos volver a estrechar entre nuestros brazos a ese ser que tanto amamos, no sólo podemos sino que debemos dejarlos ir y atesorar recuerdos, anécdotas y momentos vividos y compartidos que harán que esa persona siempre esté viva en nuestro corazón. ¿Qué mejor homenaje para alguien a quien amamos profundamente y a quien le dimos lo mejor de nosotros?
Sumergirnos en la angustia, el dolor eterno y finalmente la depresión no es el camino. La muerte es parte de la vida, aun cuando esto suene irónico, pero aunque es una de las partes más duras de la vida también debemos aprender a transitarla y a aceptarla. Piensa en los que están, en los que te aman y te necesitan.
Si hoy estás pasando por ese momento doloroso y angustiante que te cierra el pecho y que te ahoga las palabras al punto de no poder expresarlas, tómate el tiempo de estar triste, porque la tristeza también es necesaria; es parte del duelo, y poco a poco, sin forzar los tiempos y sin forzar las situaciones vas a ir cerrando el capítulo de la tristeza para darle lugar a uno más positivo que ese ser querido se merece: estar vivo en tu recuerdo pero con alegría.
Atesora recuerdos, guarda algunas de sus fotos y repasa en tu memoria anécdotas compartidas. Eso mantendrá a nuestros seres queridos vivos por siempre y te ayudará a superar el dolor.

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